Esta palabrería podría parecer un toque de preciosidad. De otro lado, Canciones de Protesta podría ser la colección más durable que se conoce. Aunque no tiene el lustre de Desde Langley Park hasta Memphis, los reproductores de CD no se sentirán afrentados por su ambiente directo y casi en vivo. Para todos su limitados recursos e intenciones, ellos cantan sus armonías, llenos de instrumentos de cuerdas y de viento en los teclados, y el resultado es muy cercano a su soft rock de marca pero con un sonido más duro que le pone ensala la dulzura.

Como siempre, las canciones son hermosas, amigables, calurosas: Diana, Tiffanys y Cosas Raras, lo que te hará caminar por la calle silbando con un aspecto de tonto en tu rostro. Pero como escritor, el juego de Paddy McAloon es probablemente de decepción. En contraste con las historias de Langley Park, las letras aquí son diáfanas, fastidiosas. Es decir, te hacen maravillar si son profundas o sin sentido. Sin embargo, parece haber un tema, si no un concepto: no una Vida sonora, pero una vida con un nervioso pequeño I, montón de ums, ers y una mirada cansada sobre su hombro.

Los primeros dos temas, El Mundo Despierta y Una Vida de Sorpresas, tienen una vena filosófica detrás de los sonidos a música soul ligera; la existencia humana es algo parpadeante y, si tomas el consejo de Paddy, la única forma de afrontarlo es de enfrentarlo (en vez de pretender que somos A1, ultra finos). Luego que las canciones flotan atormentadamente entre la meditación y fragmentos de anécdotas. Hasta que las Vacas Regresen, hace un sonido sordo a lo largo del ritmo de lo que parece una prensa industrial describe cómo social y educacionalmente, las cosas han cambiado para mejorar pero el tono resignado implica un cambio (plus ca). Dublin vende la nostalgia por los bellos colleens, luego se da vuelta y mira Debajo de la suave y melocotonada piel / Donde empieza el DNA o Dios (tonterías o algo extraordinario según tus gustos).